lunes, 17 de mayo de 2010

Ella. Sandra Ávila




        Llenándome de deseos, ahogándome en su piel y su sangre envuelto en llamas; ardiendo de pasión.Tenía una belleza imperfecta la magia y la dulzura de su alma me cautivaron. Recuerdo esa cruda tarde de invierno cuando la conocí, cierro los ojos y no puedo olvidarla quizás no haga falta que la tenga físicamente, amo y extraño sus recuerdos, que vuelven a mi mente tan frescos como aquella tarde. Ardía de pasión y quemaba en mi cuerpo, presencié la locura de su transformación de ira ardiente; mis sentimientos reviven cada vez que me invade su recuerdo siempre estará en mis pensamientos, le hago el amor las veces que deseo, con sus piernas abiertas, la desnudo y la beso. Recorro su silueta con mis livianas manos, deslizo sus cabellos lacios entre mis dedos, me envuelvo en su cintura y luego sostengo cada uno de sus senos entre mis manos, le beso los pies, recorro la larga ruta de sus piernas, su espalda, me detengo en el muro de su sexo. Me adueño de ella, enloquezco, con el inconfundible modelo de su curvas, me estremezco con sus gritos, la siento más mujer que nunca. Ella está ahí, los olores, su risa, su llanto, cada objeto se parece a Ella.
Ella amanece junto a mí ¡ Alguna vez fué mía... ! Ya no recuerdo los días exactos que no la he vuelto a ver,  nunca más volví a saber de Ella.
    Sin duda presiento que en brazos de otro hombre cautivando su cuerpo... y Ella temblando y ardiendo de pasión. Ella que se entregaba con total libertad, sabía muy bien adueñarse del cuerpo de este hombre, la extraño cada de mí vida, me arrepiento de haber sido tan cobarde y no haberle dicho que la amaba con todas mis fuerzas.

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