lunes, 2 de agosto de 2010

Los álamos de otoño





Álamo de otoño-1992-sobre lienzo


No sé si el destino o la existencia misma habían sido severo con ella o una sumatoria de todos sus miedos. El presente:un momento difícil de superar. Ella pretendía cerrar los ojos, volver el tiempo atrás como quien dice mezclar y barajar de nuevo. La vida hacia de ella una cornisa inestable de emociones frágiles. Los recuerdos sólo eran recuerdos y más recuerdos;sabían confundirla .Olvidaba hasta de su propia presencia. Paulina vivía una herida, el recuerdo de una habitación vacía permanecía intacta en el laberinto infinito de su memoria. El silencio invadía la pequeña casa mientras los relucientes rayos de sol penetraban con el atardecer la ventana entre abierta, las supinas manos sobre la mesa, su catadura triste asfixiándose en la espeluznante soledad. El lugar yacía inerte, disipado y ningún mendrugo a la boca. Ella volvía a su casa donde nadie la estaba esperando. Las agujas del reloj pasaban sin cesar. El vaivén de los álamos, la sinfonía del silencio ocupaba gran parte de su imaginación. Las hojas secas visitaban su puerta. Los moribundos bosques brindaban el triste paisaje que podía percibirse desde la cama. Ella Lloraba de la cosas que le habían ocurrido.


Una de las decisiones más cobarde que un ser humano puede tomar. Conjeturando que dejaría de sufrir.




Me hubiese gustado por ese breve momento saber que se le había cruzado por la cabeza.




Estaba desnuda, la habían encontrado tirada en el piso; cerca de ella centenas de cartas y un par de fotos, se había quitado la vida .
Y el bello mundo la estaba esperando afuera.


De:Sandra Ávila


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