lunes, 30 de septiembre de 2013

DIARIOS PLATENSES 1Pte-SANDRA ÁVILA

El tiempo es oro, dicen por ahí, no sé quién invento esa frase tan famosa, pero he comprobado que es cierto. No me sobra el tiempo, pero trato de hacer miles de cosas durante el día, entre ellas escribir o empezar a escribir algo que valga la pena y en los siguientes días corrijo (a veces no) En tiempo libre también leo todo lo que puedo, últimamente he podido comprar muchos libros que me gustan. Llevo un libro en mi cartera, en vez   de y ver el mismo paisaje aburrido de siempre, elijo leer “Diarios Platenses”, el blog que escribe Juan Manuel Candal que me arme de libro, y va por el post número 32. Este libro, mi libro, y soy la única que lo tiene es de 144 páginas de entretenidísima lectura. 54.283 palabras. Leí del Sr. D, y la explicación de las películas de los 80' Vs. 90. Sobre esa afinidad que existe entre él y su amigo R.S y P.D. Haré un resumen tipo comentario largo de "Diarios Plantenses” voy parte por parte- me gustó mucho donde se lee que sus viejos lo dejaron solo y se fueron de vacaciones, y el dinero que le dejaron para comida uso el 90% de ese dinero para comprar una guitarra, lo cual significo "sacrificar" una de las funciones más primarias que tenemos los seres humanos: "el estómago" 



Candal es muy divertido al escribir su diario, el paso del tiempo no altero sus recuerdos, sus amores, sus cosas, sus anécdotas de vida que quizás hoy cuenta con risas, y no sé si lo vio de esa misma manera en el momento que sucedió. Cuando te roba los Cd’s para regalar a sus amigos, qué adrenalina le generaba hacerlo. ¡Qué loco!

 

Cuando volvía en colectivo de Chascomús a mi casa, el conductor nos dejó la luz encendida entonces saqué mi libro del bolso y me puse a leer, el señor que se sentó a mi lado se hacia el disimulado y me espía el libro. Leía mi libro de reojos, me di cuenta todo el tiempo, pero lo dejé...lo mataba la curiosidad, qué chusma es la gente dios, yo me dije: “un poco de alegría no le hace mal a nadie" se hacia el que se balanceaba a mí lado por los pozos de la ruta 20 y me leía, me leía ¿eso no es genial? Sí, claro esto que me estaba pasando era positivo, ¡en mi casa no había ni un puto libro! Tenía un vecino que cada tanto tiraba libros y las colecciones completas de los diarios que compraba, y ahí iba yo corriendo a juntarlos antes de que iniciara la gran fogata. Este señor que asiduamente se deshacía de cosas por lo visto, hacia limpieza y tiraba todo “nos sé que pensaba” tampoco sé si sabía que la profanadora de su basura era yo, él vivía atrás de mi casa, en esa época no nos vivida ningún paredón y ningún alambrado. Me da risa saber que este hombre se metía adentro de la casa para buscar los fósforos y algún líquido inflamable y cuando volvía encontraba menos libros que los que había dejado ¿sabría él que era yo? La verdad que no lo sé. El ya falleció. Recuerdo que entre las cosas que leí había historias mitológicas y llovían peces, esas cosas me fascinaban y venía muy bien acompañado de dibujos que me volaban la cabeza. El alimentaba mis ganas de leer, nunca lo supo. Mis hermanos y mis primos me acuerdo que corrían a saludarlo cada vez que vivía de su trabajo porque cada tarde traía pebetes de jamón y queso y medialunas de manteca. Me pregunto que habrán hecho con todo eso que quedo en mi casa. Voy a tener que interrogar a toda la familia, ahora mismo.

La lectura en mi infancia siempre había sido un buen escape. Amo las bibliotecas, la magia que hay en ellas, estoy armando la mía, sé que será una gratificante herencia para mis hijas algún día. Al igual que los libros de este autor.

Continuará...


ENTREVISTA A SANDRA ÁVILA POR TAMARA CABRAL

Fotografía de Mechy Dinardo ¿Desde qué año eres escritor? Escribo desde muy pequeña, ya en las tareas escolares intentaba mis primeras prosa...