viernes, 10 de enero de 2014

CONVOCATORIA. FOTOS DE BAÚL. BETTY Y LOLA POR SANDRA ÁVILA

Esa foto fue un 3 de mayo de 1952. Betty así se llamaba o por lo menos así se hacía llamar,  la diva de piernas largas y cabellera rubia, fueron pocas las veces que la vi, lo cual nunca supe de donde venía y si Betty era su verdadero nombre. Tenía un delicado acento afrancesado por lo poco que la escuché. Era tímida, estaba muy rígida. Supe después que en repetidas oportunidades ella había estado preguntando por mí, y quien la atendió en sucesivas veces no quiso informarle que yo me encontraba en el estudio trabajando. 
Claro que me enteré de todo ésto cuando no supe más nada de ella. Yo en ese entonces hacia fotos y pequeños castings para seleccionar caras bonitas para varias  productoras de Cine Independientes. Recuerdo ese día como si hubiese sido ayer. Esa foto fue captura en 8 de septiembre en Perú. La vedette traía un traje azul muy señorial, y le sugerí que pasara al vestuario y con la ayuda de Ana, mi asistente, se cambiase de vestuario apropiado para  la sesión fotográfica. Le ofrecí café a esta señorita, la noté algo nerviosa, me pregunto si tenía cigarrillos, no conversamos mucho, solo lo necesario. Poseía una voz temblorosa pero supe que necesitaba un trabajo. 

El día que vino a retirar las fotos, me comentó que tenía una amiga cantante y que ésta estaba necesitando hacer unas fotos para propaganda para promocionar una pequeña gira aquí en Perú. Fue entonces que me ofrecí para que ambas me visitaran en el estudio para hacer un par de fotos. Antes de irse solo me dijo que  el nombre de su amiga era Lola.
 






  "Mi Lola Por Sandra Ávila"

14 de mayo de 1952, Perú.


    Betty apareció  alrededor de las dos de la tarde, aquel día estuvo frío. Ella vestía el mismo traje azulado, esta vez estaba más suelta. Menos tímida, menos rígida. Vine con mi amiga, la cantante

-¿Dónde está que no la veo? le dije. 

Conocí a Lola, y al verla supe que tenía algo especial en esos ojos negros para mí. Durante la sesión de fotos ambas reían, eran dos cascabeles, dos bellas rosas desprendiendo su perfume. Lola muy suelta, muy seguro de sí misma me contó sobre sus presentaciones en   la ciudad y alrededores. Lola estaba ansiosa por ver las fotos terminadas, quería estar presente en el momento del revelado, la invité hacerlo juntos. Entramos al cuarto oscuro quinces días más tarde, nunca había vivido una experiencia similar, decía que era como hacer magia.

Con Betty y Lola habíamos entablado una buena amistad. Al poco tiempo supe que Betty fue elegida por su gran belleza y delicadeza. Betty solía enviarme cartas a mediados de año entre otras eventualidades. En menos de  un año se radicó en México donde grabó algunas películas de aquella época, supe también por algunas cartas que recibí  que había hecho una pequeña escala artística por Buenos Aires donde conocía a un empresario americano. Su última carta contaba que había contraído matrimonio y que vivían en México, que su carrera artística iba de maravilla y dividía su tiempo entre sets de filmaciones y su esposo Louis.


 A principios de  noviembre 1954, recibimos la triste noticia de que ella y su esposo habían sufrido un grave accidente, en una peligrosa carretera de su país. Lola se aferró mucho cuando se entero de lo sucedido. Su amiga había logrado cumplir sus sueños y ella se sentía muy afligida por su pérdida.  “Me consuela un poco saber que me estaba feliz”, decía Lola.


A finales del año 1952 Lola ocupo el lugar de Ana, mi asistente, quien había ayudado con el vestuario a su queridísima amiga, esa tarde que llegó a mi sesión de fotos. Poco tiempo después que falleció Betty, Lola y yo nos formalizamos nuestra relación. Yo siempre supe que ella sería alguien especial en mi vida, ella tocó mi corazón hasta el fondo.  Así que ella y yo trabajábamos juntos en el estudio de fotografía y cuando ella tenía temporada de gira y shows yo la acompañaba. 


Estuvimos dos meses en Buenos Aires y conocimos muchas  personas que habían tenido un paso importante por la vida de  Betty. 

En mayo de 1956, tras haber explotado su don heredado por dios todopoderoso, su bella voz como encantadora de sirenas en sus shows, decidimos coronar nuestra sublime ternura llamando a la cigüeña, y tomarnos un breve descanso. Así fue cuatro meses más tarde “Mi Lola acariciaba un vientre esplendoroso futuro a nacer en junio de 1957”. Tristemente en el segundo trimestre de embarazo mi reina contrajo sarampión. Hubo una importante epidemia y tuvo un aborto espontaneo. Fue un horroroso río de sangre y un llanto desgarrador, ese hecho fue angustioso y fuerte para nuestras vidas. 

Después de tantas tragedias golpeando nuestra existencia Lola recuperó sus fuerzas y quedó embarazada, esta vez el cielo bendijo el anhelo y se hizo la voluntad. No podía ser posible semejante desdicha, tanta crueldad. ¿Por qué dios pondría a prueba nuestra fe? ¿Por qué los demonios se presentarían justo en el instante de plenitud y gloria? ...Ese embarazo fue una gota de agua dulce en un profundo mar. 


Al nacer dos bebes idénticos a mi Lola “Beatriz como la entrañable Betty y Guillermo, como yo su padre”. Ella dedicaba su amor y su tiempo a mí y a esas hermosas criaturas, cuando los niños dormían ella gustosamente trabajaba conmigo en el estudio, siempre recordaba a su amiga y decía que se parecía a Olga Zubarry. 


Ellos fueron mi sol, mis ganas de vivir. “Siempre supe que ella sería alguien especial en mi vida, ella fue la única mujer quien me completo como hombre, como ser, siempre tuve presente en mi mente que si ella algún día se apartaba de mi vida jamás encontraría una igual que me llenara tan biológicamente como lo hacia ella”. 


Recuerdo que una vez le pregunté a mi madre ¿Cómo era el amor ¿cómo sabré si me enamoro ? ella respondió 


- “Te darás cuenta qué es amor porque otras mujeres no te han hecho sentir el deleite de la vida y el abismo, el amor y la muerte el miedo y el coraje”. Ahí supe que ella era todo aquello que decía mi madre, en pocas palabras y no podía o no se atrevía a manifestar con frases.

Sandra Ávila, escritora periodista de Ranchos provincia. de Buenos Aires  







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